Estos días ando llevando la formación de usuarios en las Bibliotecas Municipales de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Se trata de un trabajo con niños de primero de primaria –seis años- a los que presento la biblioteca, planteo un pequeño juego y cuento un par de cuentos. En el momento de descubrir todos juntos la biblioteca, para que vayan callados, les suelo decir que imaginen que hay un dragón en la sala, con sus correspondientes fauces abisales, sus aterradores ojos y su cola enroscada, pero que el mentado dragón imaginario está dormido, y no lo queremos despertar.
Los niños entusiasmados entran inmediatamente al juego, y caminan por la sala como equilibristas sobre el alambre, y es cosa de ver cómo el asunto se vuelve contra uno, y lo imaginado, el juego, va convirtiéndose en deseo de realidad, de manera que, mientras te afanas en explicar las bondades de tener un carné de biblioteca, ellos no tardan mucho en tirarte de la manga e ir a lo mollar: “¿Y el dragón?”, aupándose todos juntos en una misma mirada interrogadora… Pues hoy tuve la inspiración de contarles que el dragón estaba en la entreplanta, dormido, y que, si cerraban los ojos y se concentraban, podían sentirlo respirar. Por supuesto que lo hicieron, y muchos inmediatamente corroboraron mis palabras, otros no notaron nada y así lo sostuvieron, y ya regresábamos todos a la sala contigua para terminar la visita cuando, al girar la cabeza, descubro que uno de los niños se había tirado en el suelo y permanecía muy quieto y concentrado, con la oreja bien pegada a las baldosas, los ojos apretados, irradiando felicidad… y casi pude ver cómo el muchacho se elevaba un par de centímetros, mecido por el tranquilo sueño de su dragón particular.
Una respuesta
En mi cole tengo alumnos que hasta habrían visto el dragón!!
Fue un placer descubrirte en Los Diablos Azules. Mi madre ya no está en Madrid pero te manda un saludo de parte del pirata Pepe… Yo no puedo ir a escucharte hoy, pero te seguiremos los pasos a través de esta web para buscar otra ocasión que seguro encontraremos.
Buena suerte!
Mónica, «la princesa aburrida» 😉