Me encuentro en plena efervescencia cuenteril, buscando material para un hermoso proyecto que pronto estará en sus bandejas de entrada ;). El caso es que leyendo y leyendo me di de bruces con esta descripción de una ancestral contada, en medio del desierto, y me pareció fascinante… Lean, lean, y, si tenemos un ratito, luego comentamos:

 “ … Y entonces un cambio de escena: Los viejos de la tribu toman con gravedad sus lugares, sentados con las faldas desparramadas como colinas sobre un llano, que dicen los árabes, mientras recompenso su hospitalidad y aseguro su pervivencia leyendo o recitando unas pocas páginas de sus cuentos favoritos. Las mujeres y los niños permanecen inmóviles como siluetas fuera del círculo;  todos contienen la respiración mientras escuchan atentamente; se diría que beben de las palabras con sus bocas y con sus ojos, además de las orejas. Los más fantásticos viajes de la imaginación, las improbabilidades más salvajes, los más imposibles de los imposibles resultan para ellos de lo más normal, meros aconteceres del día a día. Se involucran profundamente en cada sentimiento invocado por el narrador: se enorgullecen por la gentileza y la caballerosa habilidad del paladín; son tocados en su ternura por el sacrificio de amor que afronta la heroína, se les hace la boca agua al oír hablar de montones de oro desconocido, regalado tan generosamente como si fuera arcilla, y ríen a carcajadas cada vez que un juez o un sacerdote acaban ruinmente entrampados por cualquier Pantagruel del Desierto.”

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