(para Juanlu Mora)

Dicen que el palíndromo más perfecto jamás escrito sería el siguiente:

SATOR AREPO TENET OPERA ROTAS (algo así como «el padre Arepo fabrica ruedas»)

¿Por qué? Diran ustedes, pues porque a la artimética del palíndromo, que se lee igual hacia delante que hacia atrás, añade este hallazgo que cada palabra indivual es un palíndromo perfecto de su correspondiente espejado. Además, si prueban a jugar con las primeras letras de cada palabra, obtendrán una sorpresa, y si siguen con las segundas, terceras, etc., la sorpresa será continuada. Se trata, pues, de lo que podría denominarse un superpalíndromo.

Pero, saliéndo de la divertida matemática de la estructura, la historia más conmovedora sobre un palíndromo se la debemos a cierta cultivadísima dama en tiempos de Isabel  I de Inglaterra. Dicen que fue acusada de amores adúlteros en la corte de la reina virgen y, desterrada, adoptó el emblema de una luna que oculta una nube, y la siguiente leyenda palindrómica:

ABLATA AT ALBA («apartada pero pura»)

Creo, con Stauffer, que el mérito de este tipo de composición no ha sido jamás alcanzado en lo apropiado ni en delicadeza de sentimiento.

 

Una respuesta

  1. A mí me encanta el simple RECONOCER, pues me parece que es palíndromo a distintos niveles.
    Como palíndromo en su forma, las letras se reflejan, como si pusiéramos un espejo al final de RECON y el reflejo nos devolviese NOCER. Por eso palíndromo también en lo semántico, pues RECONOCER es un acto frente al espejo («espejo» literal o no, dícese también de cosa que refleja lo que tiene delante), RECONOCER es recibir el reflejo de lo que conozco. Es una imagen que se proyecta y su reflejo siendo recibido.
    No sé si me explico…

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