Noticias de la primera gran actriz: Isabella Andreini

Como es natural, mi referente artístico mítico es la sexual personae de la narración, encarnada por el dúo Sheherezade/Homero, dos arquetipos, dos realidades incompletas, que diría Bousoño, que sirven como referencia ideal pero que probablemente nunca existieron como tales. Ni siquiera Homero. Un catedrático de filosofía de la UNED me contó una vez que Homero viene del griego homeridés, que quiere decir, “los que ponen en común”, y que era título referido a los narradores orales, igual que dédalos eran los ingenieros, y que no hubo nunca un individuo “Dédalo” como tal más allá de la mitología, de los cuentos, que todo lo condensan y lo idealizan como la perfección de una característica. Añadió mi informado amigo que si Homero era ciego lo era también por necesidades estéticas, pues sus cuentos no entraban por los ojos, sino por las orejas.

El caso es que si bien en el arte la perfección solo existe sublimada y como camino casi utópico, hay algunas referencias reales que uno puede tomar si se quiere como metas volantes, como opciones asequibles para el ser humano. Yo tengo muchos, pero entre esos muchos hay dos que me encantan.

La primera en el tiempo es Isabella Andreini. Hablo de ella un poco en “La narración fractal”. Andreini fue actriz en la compañía italiana de los Gelosi, allá por finales del siglo XVI. Más o menos contemporánea de otras dos grandes escritoras, Santa Teresa y Sor Juana, Isabella fue artista a la intemperie de las tablas, tuvo 7 hijos, escribió, actuó y muy probablemente también produjo, se declaró en un poema “Donna di me”, “que no somete a otros su deseo”, y, cuando murió, el rey Enrique IV de Francia mandó acuñar moneda con su rostro. Aquel teatro italiano del Cinquecento fue el primer Hollywood, en gira por Europa, desarrollando una técnica que les permitía actuar en cualquier rincón y emocionar aunque nadie los entendiese. Los Gelosi fueron una de las compañías más célebres y parece ser que incluso Cervantes pudo disfrutar de su arte en Italia, y que de ahí sacó parte de la idea de su Quijote, pues existen pruebas en el Recueil Fossard de algunas obras que incluían la historia de un hombre (Arlequín) que se volvía loco creyéndose un caballero andante e iba andando el mundo con un orinal en la cabeza y un criado gracioso como compañero. Pero hablamos de Isabella, que vivió entre 1562 y 1604. El personaje de enamorada de la Comedia del arte todavía se llama Isabella en su honor. No tenemos sus guiones -que no se transcribían, pues los actores improvisaban en escena a partir de algunos apuntes dramatúrgicos- ni por supuesto sus grabaciones, pero sí se conserva la crónica encendida de su maravillosa actuación en 1589 ante la corte florentina con motivo de la boda del Gran Duque Fernando y la francesa Cristina de Lorena, y donde se dice:

Creyéndose víctima del engaño de Flavio, y no encontrando consuelo, Isabella se abandona a su dolor. Derrotada por la pasión cede el paso a la rabia y la furia, y cual una criatura enferma, deambula por las calles de la ciudad haciendo preguntas a cada una de las personas con las que se cruza. Primero a una, luego a otra, en español, después en griego, después en italiano, y en muchos otros idiomas, pero siempre irracionalmente; y de pronto en medio de otras tantas cosas, ella comenzó a hablar en francés y a cantar en francés, lo que le dio el mayor inenarrable placer a la novia y Su Más Atractiva Escena. Después Isabella comenzó a imitar la manera de hablar de cada uno de sus compañeros actores, Pantalone, Graziano, Zanni, Pedrolino, Francatrippa, Buratino, Capitano Cardón y Franceschina, todo de forma tan natural y con tal clase de hilarantes ridiculeces, que resulta imposible para lengua alguna contarles el inigualable trabajo y poder de esta Mujer. Finalmente, por la Acción del arte de magia, y algunos líquidos que le dieron de beber, Isabella recupera el sentido, y es allí cuando explica con elegante y elaborado estilo, la pasión y la prueba del sufrimiento de aquellos que caen en el cepo del amor. Ella lleva así la comedia al fin, demostrando por su actuación de la locura el saludable y refinado sonido de su propio intelecto; dejando a la audiencia en una clase de murmullo y admiración, con el deseo de saber más de su mundo. La elocuencia y el inestimable valor de Isabella siempre serán alabados.

Isabella Andreini además escribió un libro de versos que se puede encontrar en internet, y cuando se separó de su esposo Francesco -que también inventó un tipo de personaje de Capitán- aún trabajó en Francia por su cuenta y, como os decía antes, el mismo Rey Enrique IV se enamoró tanto de su arte que hizo acuñar moneda en su memoria, la que tenéis ilustrando este texto. Artista libre, Isabella, la primera persona del teatro que consiguió que su cara saliese en el dinero. En el siglo XVI.

Buscadla en google, encontrad sus versos, estudiad su arte… como hoy no quiero ser exhaustivo y ya he hablado bastante, dejo al otro referente para próxima carta. Y si queréis, entre tanto, nos vemos en los teatros. Tengo muchas funciones semanales en Madrid para público familiar y adulto y una web rehecha en www.hectorurien.com donde se anuncian todas. Por si os apetece cotillear. Ah, y volvieron La Noches, si es que alguna vez se fueron en realidad ;).

Abrazos,

Héctor

P/D.- Aquí el poema de Isabella Andreini del que os hablaba arriba. Se trata del soneto 164 de sus Rimas. Lo transcribo del libro, quizás con errores, y trato de traducirlo ayudado de google, y seguramente también con errores. Algo de italiano aprendí y entendía cuando me fui a estudiar Commedia en 2007, pero de eso hace tanto ya…

Poscia, ch’io non son più d’Amor seguace

Speme non più, non più timor m’ingombra;

Non piacer falso il vero à l’alma adombra,

Nè fuoi dardi più curo, ò l’empia face.

Hor non mi turba più sogno fallace,

Vero mi sembra il vero, ed ombra l’ombra

In tutto son’homai d’affano fgombra

Ed hò co’miei pensier tranquilla pace.

Non reggo à l’altrui voglia il voler mio

Son di me Donna, e non mi turba un volto

Severo, ò mi rallegra un riso, un detto.

Angoscioso martìr, folle desìo,

Ira, pianto, furor, tema ò sospetto

Non fan più guerra al cor libero, e sciolto.

***

Después de esto, ya no soy seguidora del Amor

Ya no le tengo esperanza, y ningún temor me agobia

Ningún falso placer mi alma asombra

Ni serán más atrevidos los dardos, o impía la cara.

Hoy ya no me perturba el sueño falso

Lo cierto me es verdad, sombra la sombra

Soy de cualquier afán del todo libre

Y voy con mi pensar en paz tranquila.

No someto a los otros mi deseo

Soy Mujer de mí misma, y no me turba un rostro

Duro, ni me alegra una risa o una frase.

Angustioso martirio, loco deseo,

Ira, llanto, furor, miedo o sospecha

No le hacen más la guerra al corazón libre y suelto.