Por motivos que no vienen al caso, ando enfrascado estos días en textos de los años 60, y he encontrado la noticia de un certamen de rosas, que ganó una procedente de Siria que se llamaba “Muerte de Adonis”, y me he emocionado.
Adonis era muchacho todo piel, y fue amante de Afrodita -uno de esos rollos de verano temprano que de cuando en cuando se echaban las diosas griegas, y que luego resultaban sentimentalmente mucho más que una aventurilla-, hasta que cayó despeñado por cierto desfiladero que tienen en El Líbano. Afrodita lo encontró con los ojos abismados, y bajó a recogerlo, lo tomó en sus brazos y lo lloró mucho, para luego levantarlo en un jirón y entonces unas gotas de sangre lavadas con lágrimas de la diosa cayeron sobre las rosas blancas de aquel vergel y las volvieron rojas para siempre. Yo quiero pensar que la rosa que ganó el certamen era descendiente directa de estas del valle que sintieron el peso del divino Adonis, y que algo heredarían del aroma de este.
Así que ya veis. Cada vez que regaláis un ramo de rosas rojas, regaláis una historia que, por cierto, conmovió a millones de personas en toda la cuenca mediterránea, desde la mágica Babilonia a Túnez. Durante siglos, la gente la celebraba cada junio dándose noticia, como si fuera cosa nueva, de la muerte de Adonis, y amargaban el aire de lamentos, y amagaban féretros y heridas, y traían algunos rosas del valle, que aseguraban que ayer eran blancas, para demostrar así con pruebas la veracidad de sus sentimientos. Con el llanto venía el frenesí, claro, otro tipo de rojo, y luego, a los días, cada cual regresaba a su quehacer. Ojalá en cada función de cuentos pudiéramos regalar una rosa roja en prueba de veracidad de lo contado. Sería como llevarse la sensualidad a casa.
En fin, no os entretengo más. Nos vemos pronto. Voy a estar casi todo el verano en Madrid, que es otro rojo distinto en juliagosto, actuando, bailando, improvisando y con un breve taller entre 5-8 de agosto. Adjunto la info general en la imagen del post de abajo, que iré matizando por facebook-twitter-instagram.
Muchos besos,
Héctor